lunes, 27 de mayo de 2013

Las parejitas felices de GH

Estoy convencida de que en los cursos prematrimoniales de parroquias de todo el mundo se están usando las imágenes de Sonia y Kristian (Pelocho)como ejemplo de noviazgo puro y santo.


Y esto, se está convirtiendo en un problema físico para Pelocho, que el día menos pensado necesita una carretilla para mover sus cantareras del amor.

El problema es que Sonia le prometió a su familia que no iba a tener sexo dentro de la casa, porqueclaro, que vergüenza para la familia.

El último episodio se dio con el deseo que pidio Sonia y  les montaron a los dos en el apartamento una cenita romantica. Ya sabéis, vino, chuletón y revolcón. Y Pelocho tuvo vino, revolcón y me miras pero no me tocas, chato.

Y es que ni siquiera tuvo el pobre la oportunidad de pedir una hora sin cámaras.
Ahora la canción de amo a Laura es: “Amo a Sonia, pero esperaré a que acabe Gran Hermano...


Otros que no pillan ni un mordisco son  Susana y Gonzalo. En primer lugar porque Susana pasa del gemelo como de coger hongos en los pies.

Sí, sí, se deja querer, se deja comer el morro de vez en cuando… pero yo no me lo trago. Susana está con el gemelo porque piensa que eso da morbo y se va a quedar en la casa más tiempo. Quizá tenga razón.

Todo el mundo se empeña en decirle que la está cagando y un bote de laxante para caballos. Primero fue su madre, en las llamadas aquellas que tuvieron y ahora Álvaro.

El pollito volador (Alvaro) traía a la casa un nuevo mensaje de la madre de Susana: que se aleje de los gemelos.

Y claro, entre lo de su madre y el mensaje de su madre de Alvaro, Susana está mosca.

No, amigos, este no es el Gran Hermano del sexo y si apuráis, tampoco del amor.

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